06/09/1992 - Muere Roberto Grela

Para muchos, el mayor guitarrista que ha dado el tango. Su conjunción con Aníbal Troilo fue única e irrepetible. Además, en su larga carrera fue acompañante de Edmundo Rivero, Nelly Omar, Alberto Marino, Osvaldo Ribó, Jorge Vidal, entre muchos otros.

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Roberto Grela nació en el barrio de San Telmo y desde muy niño comenzó con la música ya que su círculo familiar eran muy aficionados a ella. Su padre y su tío integraron un dúo de guitarras: Los Hermanos Delpaso.

Para muchos fue el mayor guitarrista que ha dado el tango. Pertenecía al grupo de guitarristas que tocaban de oído, y que se fueron formando artísticamente en el trabajo cotidiano, perfeccionándose por su propio talento y por el contacto con otros músicos.

Se lo definió como, autodidacta, orejero, que utilizó la púa porque en ella encontró la sonoridad buscada. Pero esta no era efectista ni estridente. Horacio Ferrer  dice: "Artista de sensibilidad exquisita y rara capacidad musical, asimiló a su instrumento el fraseo brillante y ligado de la tradición bandoneonística".

Su unión con Aníbal Troilo dejó para la historia del tango al Grela más emotivo y al mejor Troilo en su perfil de bandoneonista. Pero es Grela el que conmueve a Troilo para que dé lo mejor de sí. Con el tiempo hace una experiencia similar con Leopoldo Federico y descubrimos que ya no era el mismo, que le faltaba Troilo, pese a la superior técnica de Leopoldo. Evidentemente la conjunción Troilo-Grela fue única e irrepetible, El Gordo también provocaba en el guitarrista un clima profundo y de gran sentimiento. Estaban consustanciados espiritualmente.

Con la musicalización de Las cuarenta, el nombre de Grela quedó asociado para siempre a un tango que perdurará a través del tiempo. También compuso “Viejo baldío” (letra de Víctor Lamanna), “Callejón” (letra de Héctor Marcó) y “A San Telmo” (en colaboración con Héctor Ayala).

Integra el conjunto folklórico de Abel Fleury, con quien aprendió todos los secretos del instrumento. A tal punto que lo consideraba el padre de los guitarristas de su generación. Duró poco con el folklore y buscó nuevos rumbos en el jazz, llegando a tener su propia agrupación sincopada, Los American Fire. También se interesó por la música brasileña.

Vuelve al tango por invitación de Troilo, quien junto a Cátulo Castillo, autor del guión, estaban a punto de estrenar la comedia musical El Patio de la Morocha. Sin pensarlo, se estaba conformando el cuarteto Troilo-Grela. Al dúo se agregó el guitarrón de Edmundo Porteño Zaldivar y el contrabajo de Kicho Díaz. El cuarteto actuó un tiempo y luego se juntó únicamente para grabar discos. En 1958, forma un cuarteto de guitarras para actuar en público con Laine, Báez, Ayala y el contrabajo de Pro.

En su larga carrera fue acompañante de una lista interminable de intérpretes: Edmundo Rivero, Nelly Omar, Alberto Marino, Agustín Irusta, Tito Reyes, Osvaldo Cordó, Héctor Mauré, Osvaldo Ribó, Alberto Podestá, Jorge Vidal, entre muchos otros.