No se sabe el número exacto aunque se dieron los nombres de 11 muertos, 17 heridos y 14 desaparecidos. Luis García Meza y Arce Gómez habían instaurado un régimen dictatorial narcotraficante el 17 de julio.

Las masacres mineras del siglo XX en Bolivia tuvieron como telón de fondo y protagonista principal al Estado, cuya esencia capitalista se manifiesta en las actuaciones de las fuerzas represivas, las que son movilizadas para sofocar reivindicaciones de obreros sindicalizados.

El 17 de julio de 1980, Luis García Meza y Arce Gómez instauraron un régimen dictatorial narcotraficante, los sinónimos políticos de este proceso: apresamientos y asesinatos. El golpe centró la represión en las minas, se sostenía la huelga general e indefinida, los mineros eran el bastión de la Central Obrera Boliviana y el Consejo Nacional de Defensa de la Democracia CONADE.

La cadena de radios mineras coordinaba el desacato a la dictadura. El 20 de julio un violento ataque con tanques de guerra y metrallas acalló radio Huanuni.

Después de 17 días de huelga Caracoles resistía la presencia uniformada. “El enfrentamiento comenzó el 3 de agosto a las 10 de la mañana, en un combate que duró 4 horas. Al día siguiente a las 5 de la madrugada el Regimiento ‘Max Toledo’ de Viacha, el Tarapacá de La Paz y el Camacho de Oruro, apoyados por la aviación atacaron el distrito. Muchos perdieron la vida, no se sabe el número exacto aunque se dio los nombres de 11 muertos, 17 heridos y 14 desaparecidos. Saquearon viviendas, golpearon a los niños, violaron a mujeres y a niña y se fueron cargando a muertos y heridos en tres caimanes…”.

El objetivo de acallar la radio minera se hizo realidad tras una penosa represión. Pronto acabó la resistencia minera.