La supervivencia de las abejas: ¿En riesgo?

Los neonicotinoides, que surgen como una alternativa de mayor especificidad de acción y menor toxicidad para los seres humanos, son altamente peligrosos para las abejas y muchos polinizadores.  

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Es común encontrar notas en revistas sobre la desaparición mundial de las abejas. Lo cierto es que numerosas adversidades afectan a la abeja Apis mellifera, entre las cuales podemos mencionar el cambio climático, enfermedades, nuevas plagas, modificación del hábitat y productos fitosanitarios. En esta oportunidad, nos centraremos en un grupo de estos últimos, los neonicotinoides, los cuales surgen como una alternativa de mayor especificidad de acción y menor toxicidad para los seres humanos, pero no así para las abejas y otros polinizadores.

Los fitosanitarios son sustancias utilizadas para prevenir, atraer, repeler o controlar plagas y enfermedades en los productos agrícolas. La toxicidad de los mismos es variable de acuerdo a diversos factores y dependerá de la especie que abordemos. Un grupo de estos son los neonicotinoides, los cuales reciben su nombre por su efecto similar a la nicotina en los insectos, causándoles excitación nerviosa y, finalmente, la muerte. Hay dos grupos, diferenciados por su composición química y selectividad: uno altamente tóxico para las abejas, integrado por imidacloprid, clotianidin, tiametoxam y el dinotefuran; el otro, menos tóxico, con tiacloprid y acetamiprid. La vía oral a bajísimas dosis tiene efectos más deletéreos sobre la abeja que por contacto.

Los mayores riesgos de exposición se deben a que muchas semillas comercializadas vienen tratadas con estos insecticidas, los cuales son absorbidos por las plantas cuando germinan y aparecen en el polen y néctar al florecer. Entre las semillas tratadas se encuentran el girasol, el maíz, el trigo, la avena, la festuca, la colza y la alfalfa. Si bien no todas estas especies son utilizadas como fuente de alimento por la abeja, los neonicotinoides tienen la característica de permanecer en el ambiente por mucho tiempo e incluso ser absorbidos por otras especies vegetales.

También son utilizados en aplicaciones terrestres y aéreas para controlar diferentes insectos, como la chinche verde en los cultivos, causando un alto riesgo cuando es realizado el control en plena floración.

A partir de la información científica recolectada, en abril de 2013, la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos suspendió durante dos años los neonicotinoides clotianidina, imidacloprid y tiametoxan en tratamiento de semillas, aplicación en suelo, tratamientos foliares en plantas atractivas para las abejas, y en cereales. Continuaron los ensayos para ampliar los conocimientos y finalmente a partir del 2019 prohibieron totalmente el uso al aire libre de estos tres insecticidas en Europa.

Si bien la búsqueda de bibliografía sobre los efectos de estas sustancias puede mostrar resultados que se contraponen, se debe a la gran cantidad de factores que actúan de manera concomitante fuera del laboratorio. Por ejemplo, es de conocimiento que las abejas metabolizan un fungicida llamado Clorotalonil, el cual dado solo a las abejas es escasamente tóxico, pero si junto a él reciben Coumaphos (acaricida empleado en tratamiento de parasito en abejas), las dos sustancias comparten la vía metabólica de destoxificación, causando una alta toxicidad. Si tenemos en cuenta que las abejas están expuestas a innumerables sustancias se deberían conocer las múltiples combinaciones y sus efectos.

A modo de conclusión, decir que los neonicotinoides son por si solos altamente peligrosos para las abejas y muchos polinizadores. Por ello, debe ser tenida en cuenta su peligrosidad a la hora de su utilización si deseamos reducir los impactos negativos sobre el ambiente.

Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) Casilda.

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